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Zuzy Ochoa Reynoso –Córdoba, Argentina-

Cuarentena + pobreza


Difícil día, apenas empieza y se hace de elástico sin poder salir de casa. La cabeza de Pedro es una licuadora de pensamientos mezclados, están los buenos y los malos. Los buenos son pedidos de cura para esta peste llamada CORONAVIRUS. Los malos, que ya no queda pan, ni leche, menos azúcar.

¿Qué comerán los niños? ¿Qué inventaré la madre con una papa, una zanahoria y un poco de fideos?

Se para y mira la puerta que no debe atravesar por la bendita cuarentena. La radio, como leyendo sus pensamientos, repite que "Todo aquel que no cumpla con la cuarentena será detenido y multado”. Detenido, nunca puede darse esa posibilidad o su familia morirá de hambre. Mira hacia la calle y un patrullero circula a paso de hombre, el oficial lo mira y saluda con la mano apenas movida de la postura de descanso sobre la puerta del vehículo. El vecino de al lado, Luis, está igual que él, como tigres al acecho.

Solo fue mirarse y correr hacia el canal que está cruzando la calle de tierra y que ahora trae poca agua, gracias a Dios, pensó. Fueron segundos de estrategias y acciones y miradas tácticas. El otro hombre dio la idea: a unas cuadras siguiendo el mismo canal de riego una vecina tiene un gallinero y quizá allí podrían sacar la comida del día para sus hijos. Y sin perder tiempo, agazapados, apuraron el paso. Casi sin darse cuenta estaban allí, gallinas, huevos, un manjar para dioses dijo sonriendo. Silencio, de nuevo se escucha la patrulla cerca y hay que ponerse casi de panza en el agua y hacer silencio.

Ya sienten el frío congelar sus pies, ahora sí, a entrar sin hacer ruido y que no cacareen las gallinas porque serán descubiertos y no pueden terminar presos.

El acuerdo de quién entra y quién espera afuera fue con señas, Tú entras, yo vigilo, dijo el vecino Luis sin abrir la boca. Pedro, cuerpo a tierra, se arrastró hasta el gallinero. Las plumudas cacarean sin mucho barullo mientras recoge los huevos con cuidado de no romperlos. Piensa, mientras los guarda, en cómo hará para atrapar a una sin que grite. En el apuro y la corrida ninguno de los dos pensó en cómo traerían el botín.

Él es un hombre inteligente y como robot se sacó la camisa y anudó sus mangas y allí metió los huevos Miró a la gallina y de un zarpazo la aplastó en el suelo. Ninguna otra gritó ni se movió. Fue tan rápido que ni cuenta se dieron. Le Rompió el pescuezo y la metió en la bolsa que improvisó con su camisa. Empezó a llover sobre sus huellas y eso era bueno, las borraría, nadie saldrá afuera si llueve.

Luis le da la señal de que todo está en calma, que apure el trámite. Pedro de nuevo en el canal, con la lluvia se aumenta el caudal y eso sí es peligroso. Lo dice el cartel colgado en el gran algarrobo de NO METERSE AL CANAL EN DÍAS DE LLUVIA.

Deben salir rápido de ese lugar, pero de nuevo la policía a paso de hombre y mirando todo y también el canal. Luego de algunos minutos siguen su camino y los vecinos corren hacia las casas con la comida del día para sus familias. Pelar la gallina y mitad para cada uno, 9 huevos 4 para cada uno y el quinto para Luis, él tiene más chicos.

¡Ahh! las plumas todas al canal y el agua de lluvia cubrirá la hazaña de los pobres que deben cuidar y alimentar familias en cuarentena y sin dinero. Sin mencionar que algunos tienen enfermos en la casa sin medicación, ni comodidad para sus necesidades básicas.

Pedro y Luis, podrían ser vos o yo. No se justifica el hurto, tampoco la muerte de niños y niñas de hambre. Dios bendiga a todos los Pedros y Luis de la tierra.

Que Dios perdone nuestros pecados y nos devuelva la bendición que nos ha quitado. Amén

Cuarentena en soledad


Me pides que te escriba lo que pienso y cómo vivo esta cuarentena. Te diré que es dura, que duele y entristece mi alma hasta estrujar mi corazón y dejarlo sin oxígeno ni sangre. Tengo tres hijas entonces a mi corazón debería partirlo en 3 y dárselo a ellas, pero también tengo 4 nietos y debo repartirlo en 7 partes para que ellos también puedan vivir más. Mi corazón es del tamaño de mi puño cerrado, al final les tocará sólo un pedacito como una nuez a cada uno. Pues ahora yo te respondo. Hoy no tengo corazón, el que tenía se repartió en dos continentes. Mi alma anda solitaria pidiendo y suplicando a Dios por mi amado y mis amores. Me pides que te cuente ¿cómo pasó los días? ¿Qué días? ya no sé cuándo es de día, tarde o noche. Salgo a mí jardín veo un sol que enceguece mis ojos, parece que él se enteró de que es nuestro antídoto y ni piensa abandonar el verano que ya es otoño. A las seis de la mañana Estoy cosiendo barbijo (para familia y amigos). Díez y media de la mañana mates y radio de noticias locales. Once de la mañana, caminar por la casa y llorar por los que no puedo tocar, abrazar y besar. Doce del mediodía repasar, repasar todo de nuevo a ir anotando lo que no debería repetir mañana. Tres de la tarde, ordenar ropa y por allí me sorprende alguna remera que busque por semanas. Seis de la tarde, me veo sentada en mi cama pensando en lo bonito que será vernos y abrazarlos mimarnos. De nuevo un ataque de llanto y el deseo de que pasen rápido las horas los días las semanas. No olvide decir que tengo una cita cada mañana a las nueve. No lo olvidé, lo dejé lo deje para el final porque debe ser lo mejor de relato, la frutilla del postre. A las nueve me arreglo el cabello, delineo mis ojos y pinto mis labios para verme hermosa para ellas. No deben ver tristeza ni el menor rastro de llanto en mí. Y pienso cuando veo sus caritas pintadas y sonrientes, si no están ocultando su dolor y nostalgia como yo. Ellas son el cable a tierra que me dice, Ni se te ocurra, Ni lo pienses, ellas dejaran de reír sin tu presencia. Risas, anécdotas y recuerdos nuestros, de algún amigo o familiar. ¿Qué cocinaremos hoy? o cómo va el cuadro que está pintando una, el tejido de la otra; que las partes no son iguales que ya destejido mil veces (la Penélope) otra renegar con las tareas del Colegio y la letra horrible que es imposible de entender. Luego un "Hasta mañana a la misma hora ma" y el "coro de sonreí ma". Y Sigo caminando la casa, escribiendo, llorando mezclando Lágrimas con sonrisa. Y compartiendo con ustedes. Gracias por estar del otro lado de leerme, gracias por la compañía. Dios bendiga a sus familias y sus vidas.




 
 
 

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