Susy Rebequi –Provincia de Buenos Aires, Argentina–
- unodeloesteeditori
- 19 may 2020
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 20 may 2020
Lejos
Con una distancia obligada
nunca más acertada tu palabra
¡te extraño!... y yo mucho más.
Paso las horas del día,
pensándote;
viviendo estos tiempos
de ausencia,
como una prueba más
de los sentimientos
que nos unen.
Confronto al reloj,
a toda hora; miro tu foto,
también;
pienso en ese momento,
que se va haciendo eterno.
Melancolía virósica;
busco cosas por hacer
para que pasen los días
que me acerqué a ti, otra vez.
Camino cada sector;
ordeno mi centro de luces,
espero una comunicación
y el tiempo… no se diluye.
Nos obligan a estar separados,
en un claustro no pensado;
quisiera inmolar este tiempo,
saltar en zancos… hasta tu cielo.
Mirar la luna; buscar el sol;
la palabra hipnotizada,
el quedarme perpleja
ante mis ojos de tormenta.
Una prueba más
de este sentir claustrofóbico
y un dolor inmune
a este virus mafioso
que nos mantiene tan lejos,
pero no separados.
La nada
De color borrasca está mi cielo,
púrpuras mis labios;
blanco mi cabello.
Ojos enrojecidos, secos y sombríos;
mis manos son ramas secas,
de endemoniado hastío.
La mente no para en un solo lado;
se escapa por los rincones,
sulfatando sus pasos,
buscando encontrar algún nodo
o recoveco que me lleve a tu lado.
Y en la intensidad de la sombra,
corre el sonido y el frío
de un estacionado miedo,
que no me concibo.
Surge como comezón,
la ácida agonía,
como cítrico verde
que limita las alegrías.
Las ansias de sentir
una canción encantada;
la brisa del otoño,
acariciando mi espalda;
el aroma a café
en un ocaso naranja;
las manos entrelazadas,
solas… sobre mi falda,
sin latidos, sin murmullos,
sin sonido;
solo esperando la nada.

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