Ludmilla Goró –Provincia de Buenos Aires, Argentina–
- unodeloesteeditori
- 19 may 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 20 may 2020
Y aquel enemigo invisible
dejó al descubierto
todo lo que hasta ahora,
existiendo,
era ignorado.
Y se hizo visible la pobreza y las verdades
así como el hambre y las necesidades.
Y se hizo visible la peor de las miserias
así como la estupidez y la soberbia.
Y se hizo visible la realidad que nos circunda
con una crudeza que nos inunda.
Y se hizo visible la salud y sus carencias
pero también la importancia de la ciencia.
Y se hizo visible la ignorancia y el egoísmo
pero también la solidaridad y el altruismo.
Y se hizo visible lo que falta y lo que sobra
pero también la fragilidad humana, y ¿nos asombra?
Se hizo visible el amor sin barreras
y la fraternidad sin fronteras.
Se hizo visible la fuerza interna
que nace en el hogar y la familia.
Se hizo visible, entonces, el valor por la VIDA.
Érase una vez un planeta que creyó que el único gran monstruo era una Tercera Guerra Mundial. Pero un día, una minúscula molécula, llegó para mostrar que el miedo, el dolor, la injusticia y los daños colaterales, vienen en distintos envases.
Nos vino a recordar la importancia de valores tan grandes que estaban relegados. Con medidas invisibles, para nuestros ojos, nos hizo ver las faltantes. Sin poder competir con nuestra fuerza física nos doblegó y nos hizo ocultar. Con solo escuchar su nombre nos hizo reflexionar.
Y esa fue la historia de la humanidad, quien creyó que sucumbiría ante una terrible guerra con armas de todo tipo y, sin embargo, se replegó frente a un enemigo tan fuerte como diminuto.
Y fue entonces cuando la naturaleza habló, y el humano responsable luchó pacíficamente, demostrando, que a pesar de tantos errores, no todo está perdido.

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