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Antonella Gatti –Córdoba, Argentina–


Preguntándole a la luna si ibas a visitarme en un sueño, me di cuenta que todo este caos me está volviendo mejor persona. He dejado de ver con mis propios ojos los pájaros cantar, para convertirme en los oídos del encierro en un mundo que no sabe lo que es amar.

He visto con las manos desgarradas lo que se lucha por un poco de universo latente de sueños. Te quise en pasado, pensando que el presente nos encuentra intentando arreglarnos, y ayudando a que otros puedan estar enteros.

Hablando con la luna vi que el sol es muy lindo, pero solo si miras hacia arriba y dejas de quejarte de lo que hay en el suelo. El viento, como el soplo de una llama vacía, viene para darnos un beso en la frente, y decirnos que no nos rindamos.

Te quise en pasado, porque en presente no puedo concebir nada de lo que está pasando. Y creo que el encierro de mi alma sirve para no desmoronar los árboles y las migajas de esperanza.

Hablándole a la luna, me contó que en otros mundos alguien lloró por un hijo muerto, y otro alguien se embarró el pecho para pelear por algo que ni siquiera le correspondía. La luna me dijo que tenía que volverme espíritu, y que amara más.

Por eso te quise en pasado, porque en presente sigo contando los hilos que me quedan, para ver si todavía es posible coserme, arreglar todo lo que estaba roto, para que cuando debamos salir del caparazón sea más buena, y decida que hablarle al sol no está tan mal después de todo, y que los sueños son lo más importante, porque nos hacen mirar hacia arriba y ser conjugados en futuro y presente con el aire del viento.

Regresar a casa,

regresar a nosotros mismos,

dejar la rutina,

las corridas,

las pisadas rápidas

sobre la vereda mojada.

Volver a lo original,

disfrutar de la torta de mi vieja,

jugar a las cartas con mis hermanos,

regresar a conectar con las mascotas,

reírse de los chistes del abuelo,

amar desde lejos,

pero darnos cuenta que amamos,

o almamos ¿cuál será?

Regresar a los sentimientos,

a los pies descalzos,

a las películas en familia,

y los llantos de madrugada.

Regresar a casa,

a nosotros mismos,

a los almuerzos entre todos,

a las risas ahogadas los domingos,

a los abrazos en lejanía.

Volver,

regresar,

instalarse,

en el origen,

en las raíces,

en la tierra,

para curarnos.

Y cuando nos veamos,

y nos podamos tocar,

darnos un beso,

reírnos cara a cara,

que sea, por favor

con todos los sentimientos desnudos,

y ya ninguna prisa

nos agarre con el amor

en la calle.




 
 
 

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